Desde mi depresión
Desde mi depresión
Decía el actor Robin Williams: "Creo que las personas que han experimentado las mayores tristezas son las que siempre se esfuerzan más en hacer a otros felices. Porque ellos saben en carne propia lo que es sentirse desolados y abatidos y no quieren que nadie más se sienta así". No sé realmente si esta frase fue dicha o no por él, sin embargo me ha hecho reflexionar en muchas cosas de mi vida.
Todos los días, desde las 8 de la mañana y hasta las 10 de la noche, un hombre se queda parado al lado de una tienda D1 que se encuentra al lado del apartamento donde vivo. Él vende bolsas para la basura. Para cualquier persona esto no pasa de ser algo común, sin embargo él siempre está quieto, sin moverse, y con las mismas bolsas sin vender, las mismas 4 bolsas que jamás bajan a 3. Lo veo y me pregunto ¿Qué hace él todo el día, en el mismo sitio, día tras día, en la inclemencia del clima y en el abandono total de las personas que pasan (pasamos) a su alrededor y simplemente lo ignoramos?.
Probablemente este señor está profundamente arraigado en una depresión total que no lo hace mover de su sitio, una depresión cargada de una soledad absoluta. Si ustedes, queridos lectores, se han dado cuenta, todo el contenido de este blog y en una gran medida en mis redes sociales se basan en la inteligencia artificial, sin embargo este escrito lo hago desde mi propio ser y mi propia realidad, desde mi depresión.
Desde pequeño he visto como la vida ha girado alrededor de la tristeza. A veces mi mamá se echa la culpa de lo que me pasa por haber llorado mucho mientras estaba en su vientre, y no mi amada mamá, no es así. De pequeño me la pasaba llorando casi todos los días en la oficina de la directora de mi colegio ya que nunca me sentí cómodo con la gente que me rodeaba, algo que me ha seguido hasta mis 45 años y contando. No he sido el ser más social del mundo y es porque siento que en algún momento alguien me va a lastimar y me va a hacer daño.
Dicen que el nacimiento es el primer trauma de todo ser humano, y eso marca la vida de las personas, y pues, también dicen, que superar los traumas es la clave del éxito y de la madurez. Uno de mis grandes traumas de niño fue que me hicieran quitar los zapatos y las medias haciéndome sentar al lado de todos mis compañeros de primaria en el patio principal del colegio. Esto hizo que me generara un trauma tal, que no puedo quitarme los zapatos bajo ningún contexto diferente a ir a dormir, o al ir a nadar. En ese momento me sentí humillado, frágil y desprotegido, y si, así me siento si me quito los zapatos.
Claro, esto podría generar risa en un adulto del común, pero solamente yo puedo sentir lo que siento, solo yo puedo sentir la melancolía y la tristeza de recordar que se burlaban de mi porque oraba por las ratas de las alcantarillas cuando era niño, o que se burlaran los hermanos de mi papá porque usaba una camisa con botón hasta el cuello, humillándome y diciéndome que parecía un "boyaco" con ese vestuario, o que simplemente se burlaran de mi porque cuando me decían que había un policía acostado (un reductor de velocidad) literalmente yo creía que había un oficial de la ley en el piso.
Si, lo que hacen con los niños los marcará para toda su vida. Eso es una lección que todos los adultos debemos tener, por eso a mi hija le celebro todo, le aplaudo todo y le digo que es lo mejor de mi vida, porque efectivamente es así, y me siento muy orgulloso de ella. A veces ella me dibuja algo que no le hallo la forma hasta que ella me lo explica y en mis ojos solo veo una obra de arte y hago que ella sienta que es una gran pintora porque solo quiero que ella tenga lo que nunca he tenido: Felicidad y amor propio.
Ya en mi adolescencia con los ires y venires propios de esta época comienza un completo afán por encontrar a alguien que me acompañara en mi camino, pero obvio, fui un niño y un joven retraido que no causaba buena impresión en mis amigas que me veían como "el gordo buen amigo", no un posible novio. Y el afán fue mayor porque ya estaba causando en mis "amigos" la impresión que a mi no me gustaban las mujeres realmente y yo no quería eso, no deseaba que mis amigos pensaran que yo era de una forma distinta, y de nuevo eso generó mayor desconfianza en mi mismo y poco amor hacia mi.
La depresión no es algo fácil de llevar a decir verdad.
Hace unos cuantos años fui llevado a la fuerza a la iglesia cristiana, a donde llegué a conocer gente que es totalmente desagradable porque no vieron al ser que soy, sino al ser que no soy. No queridos amigos "cristianos", no soy impoluto, no soy inmaculado, no soy libre de culpa, soy un pecador tan, más o menos pecador que ustedes, y eso generó que en este momento sienta un total desprecio por todo lo que se llame iglesia "cristiana".
Sin embargo si pude conocer de Dios, no el Dios que me vendieron en ese sitio, sino un Dios que me acepta como soy, con mi depresión, con mis ganas diarias de morir, solo Él sabe que siento y porque siento y me ama, y ¡Oh Dios!, como me encantaría que te hicieras carne otra vez e invitarte a tomar un café y hablar contigo, que me escuches, que me veas llorar y me abraces, eso es tan imposible, pero es tanto mi anhelo de sentirte en mi. Y ahora, sé que ustedes dirán: "Lee la Biblia", "escucha una prédica", "escucha música cristiana", no.... no quiero nada de eso, La biblia es un libro hermoso, las prédicas son dichas por pastores semidioses que se les olvida que están más cerca de lo mundano que de lo sagrado, y la música cristiana.... Dios mio.... no pueden hacer algo más triste que esa música.
He cometido errores en mi vida, y no pocos. Y esos errores han hecho que esté totalmente solo. Si, solo; ¿para qué seguir aparentando una vida que no tengo?. Vivo solo, en un apartamento de 38 m2 que mis papás con mucho amor me han dado la oportunidad de vivir. Por mucho tiempo en otro lugar veía como las familias de las casas del lado salían felices a hacer mercado, salían a compartir. Muchas han sido las veces que he escuchado a los niños que viven alrededor mío salir corriendo a saludar a sus papás luego de una larga jornada de trabajo. Yo llego a mi apartamento, a hacer comida, a lavar loza, a dormir. No recibo un abrazo, no recibo un café, no recibo nada.
La soledad es horrible. Me dicen "aquí estoy" y no, no quiero un "aquí estoy", quiero un "estoy contigo". Solamente las personas como yo, que sufrimos lo que sufrimos, sabemos qué es lo que necesitamos. Si, querido lector, tengo DEPRESIÓN, y diciendo que por la sangre de Cristo no tengo depresión, diciendo "los cristianos no sufren de depresión", diciendo "la depresión no existe, está es llamando la atención" no soluciona absolutamente nada.
No, no quiero oir un "vamos, tu puedes", "vamos, eres valioso", "vamos, Cristo te ama". Quiero que me escuchen y que sepan que soy un ser con todos los errores del mundo y que merezco un lugar en el mundo. Si, soy yo, acéptenme como soy, no me voy a acomodar a lo que la gente me diga.
"Nadie nos prometió un jardín de rosas, hablamos del peligro de estar vivos" diría el filósofo Fito Paez (y si, me gusta oír música mundana) y también dice él en la misma canción: "no vine a divertir a tu familia, mientras el mundo se cae a pedazos". Escribo esto no llamando la atención, ni nada, no me gusta exponer mi vida privada. Simplemente lo hago porque quiero sacar ese profundo dolor de mi alma y quiero que los que me leen no me digan, "te doy un abrazo y tu puedes" solo quiero que me comprendan así como muchas, si no todas, los he comprendido a ustedes.
Y, ¿Qué tiene que ver Robin Williams en todo esto?, tiene que ver en que detrás de mi imponente sarcasmo, detrás de mis chistes y de mis bromas, hay un ser que tapa con ello su profunda depresión. ¿Y qué tiene que ver el señor que vende bolsas?, en que en él veo ese ser solitario que también soy yo, un ser que a pesar de todo lo que le pase, debe estar todos los días de 8 a 9 de la noche, de pie, con el inclemente clima y con la desidia de las personas que pasan a su alrededor.
"El carnaval del mundo gozaba y se reía, burlándose el destino me robó su amor".
Desde mi depresión
Héctor G.
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